Antruejo de Llamas de la Ribera |
A lo largo de la geografía española son muchos los pueblos que conservan entre sus rituales más ancestrales los carnavales. En todos ellos, los protagonistas guardan similitudes en la manera de vestir y en la forma de desarrollar la fiesta. Personajes ataviados con grotescas máscaras, pellejos y trapos viejos, y acompañados del inconfundible sonido que hacen los cencerros y esquilas que llevan en los cinturones.
Similitudes que encontramos en otras zonas de la península ibérica, como son las mascaradas de invierno que se celebran en la provincia de Zamora: los Diablos en Sarracín de Aliste, Los Carochos en Riofrío de Aliste, o el Zangarrón de Montamarta. También en Cantabria encontramos manifestaciones de este tipo como es la Vijanera en Silió, sin olvidarnos de los afamados carnavales orensanos, entre los que destacan Os Peleteiros de la localidad de Laza. Durante los días en que se desarrolla el carnaval la función de los protagonistas es la de atemorizar, entiznar o simplemente mojar a vecinos y forasteros; lo que en nuestra tierra se conoce como “correr el carnaval”.
Similitudes que encontramos en otras zonas de la península ibérica, como son las mascaradas de invierno que se celebran en la provincia de Zamora: los Diablos en Sarracín de Aliste, Los Carochos en Riofrío de Aliste, o el Zangarrón de Montamarta. También en Cantabria encontramos manifestaciones de este tipo como es la Vijanera en Silió, sin olvidarnos de los afamados carnavales orensanos, entre los que destacan Os Peleteiros de la localidad de Laza. Durante los días en que se desarrolla el carnaval la función de los protagonistas es la de atemorizar, entiznar o simplemente mojar a vecinos y forasteros; lo que en nuestra tierra se conoce como “correr el carnaval”.
Fiesta de los Diablos. |
Antruejo, antruido, antroido o entroido son maneras distintas como se conoce en la provincia de León a los carnavales. Y por ellos desfilan cada año los guirrios, jurrus, birrias, zafarrones, zangarrones, vejigeros, madamas, tararas, gomias, mulas ciegas, lazarillos, médicos y gitanos por citar solo algunos; que son todos lo mismo pero con las características propias de cada pueblo, y en todos ellos se busca siempre acabar la fiesta con una suculenta cena acompañada de los dulces típicos de estas fechas; orejas, flores, torrijas y frisuelos.
Fiesta de los Carochos. |
Celebraciones que parecen todas iguales, pero cada una de ellas ofrece pequeños detalles que las hacen únicas.
Comenzamos nuestro recorrido por el Antruejo de Carrizo de la Ribera, que se vive el “Sábado Frisolero”. El guirrio provisto de vejigas hinchadas y tenazas de madera, -instrumento que también puede verse en otras localidades-, se enfrenta al toro y hostiga a los vecinos, especialmente a las mozas. Otros personajes son la tarara, monigote diabólico encarnado en una mujer, o la gomia, animal monstruoso.
La Vijanera. |
En Velilla de la Reina los festejos comienzan la noche anterior al Domingo de Carnaval con “la siembra de la cernada”, ritual en que los jóvenes simulan arar las calles del pueblo, unos haciendo el papel de labradores y otros de bueyes. Quizás otra prueba más de que estas celebraciones tiene mucha relación con la fertilidad de la tierra. Pero es la tarde del Domingo de Carnaval cuando se vive la verdadera fiesta. Concentrados todos en la Plaza Mayor, los guirrios vestidos de blanco con caretas y abanicos de colores y cencerros al cinturón. Hechos de tejón, ciervo o jabalí, tienen como finalidad ahuyentar a los malos espíritus y crear jaleo en las calles. Los guirrios simulan una especie de toreo que acompañan con malabarismos; haciendo también participes a las mujeres, que tomándolas por la cintura las hacen saltar por encima de los cuernos del toro. Son muchos los sonidos que solo se oyen en estas fechas, uno de ellos es el que producen los “bufos” y “bramaderas”, instrumentos quizás utilizados en el pasado para convocar a deidades desconocidas. Como en tantos lugares, la fiesta termina con la degustación de las típicas orejas, la quema de un toro de fuego y una animada verbena.
Os Pelequeiros. |
A poco mas de 7 kilómetros se encuentra la localidad de Sardonedo, que celebra su antruejo con intimidad y siempre respetando la fecha del martes. Aquí también hacen acto de presencia el toro y el guirrio o torero que sustituye la careta por unos coloretes en la cara y un gorrillo en la cabeza. Ayudado de unas tenazas, tiene como misión conseguir presas para el toro.
Antruejo de Velilla de la Reina. |
En la actualidad toda la fiesta se desarrolla en un solo día, el “Sábado Frisolero” y únicamente en la localidad de Riello.
Antruejo de Alija del Infantado. |
Esto es solo un ejemplo de la gran cantidad y variedad de antruejos que se celebran o se han celebrado a lo largo de la historia. Por suerte algunos de ellos no se han perdido, y siguen formando parte de la memoria colectiva de esos pueblos, y si se nos permite de la nuestra también, los forasteros. Rituales que en sus comienzos estaban íntimamente relacionados con los cambios estacionales y la fertilidad de la tierra, acabaron convirtiéndose primero en la última válvula de escape para la gente antes de que llegase la temida, oscura y restrictiva Cuaresma, y finalmente en una ventana que nos muestra como era una parte importante de la vida de nuestros antepasados.
Javier Gutiérrez
Javier Gutiérrez
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