jueves, 8 de mayo de 2014

LA DIOSA Y EL GRIAL

Desierto del Kalahari
 

Los símbolos empleados para describir experiencias no han cambiado a lo largo de la historia de la consciencia humana, pues seguimos necesitando medios sencillos pero omniinclusivos que abarraquen estas imágenes arquetípicas.



Nuestros antepasados más remotos consideraban sus experiencias internas como la vara de medir los fenómenos exteriores, prácticamente lo llegaban a igualar en una suerte de primitivismo ínter subjetivo cuasi directo con su entorno, en su mayoría sobre los elementos de la naturaleza y todas sus expresiones. Así la luna que ejerce poder sobre las aguas y la vegetación, también ilumina con sus reflejos la noche oscura. En cada aparición nocturna la acompañan una miríada de estrellas y cambia cíclicamente de su forma de hoz a la de la luna llena o nueva. Estos cambios cíclicos sólo se observaban en las mujeres, y por ello lo femenino era la Diosa de nuestros ancestros. Por todas sus cualidades, se la concebía como una deidad. Diosa y luna eran una unidad indivisible, como si la misma luna fuera la imagen de la Diosa en el mundo de nuestros ancestros.

Las sacerdotisas de la Diosa

China. La diosa china Guanyin 
identificada con la luna
Los templos dedicados a las diversas e importantes Diosas del mundo antiguo, siempre tenían a la luna como símbolo primario de divinidad. Una corte de sacerdotisas se encargaba de celebrar las prácticas mágicas encaminadas a fomentar el poder fertilizante de su símbolo. Los ciclos se observaban estrictamente, y se practicaban rituales específicos para cada fase lunar. la función más importante de la sacerdotisa consistía en ocuparse de la provisión de agua, atrayendo la lluvia y ejerciendo un control mágico de la climatología. En realidad, se creía que la luna influía no sólo en el estiaje y los cursos de los ríos, mares y demás cursos del agua, sino también en el movimiento de las nubes de lluvia y los cambios climatológicos. El agua era de importancia fundamental para las comunidades agrícolas, pues fertilizaba el suelo.

La asociación de ideas en la mente colectiva antigua veía el ciclo lunar como sinónimo del ciclo mensual femenino. La luna era responsable de la fertilidad de las mujeres y de la tierra. Y, así como la tierra era la Gran Madre, también la luna, con su poder sobre las aguas, se consideraba responsable de la fertilidad de la tierra. Arquetipo: mujer-luna.

Sudan del Sur. Jóvenes de la etnia Dinka 
untados en ceniza durante un baile ritual
En la actualidad aún se practican ritos para atraer la lluvia en África y en Sudamérica. Las sacerdotisas de la luna primero limpiaban los arroyos y pozos, y luego extraen agua fresca y al derraman por sus cuerpos; también suelen arrojar objetos fetiches al agua. Esta última costumbre sobrevive hasta la fecha incluso en la Roma civilizada: se dice que todo aquel que visite al Fontana di Trevi, construida sobre uno de los manantiales que se empleaban para abastecer las reservas de agua de la ciudad, deben arrojar una moneda que le proporcionará suerte y prosperidad. Las monedas, de forma redonda como la luna llena cuando influye en las mareas en su máxima expansión, son los modernos fetiches de la riqueza.

Fontana de Trevi
La fertilidad no se consideraba una cualidad inherente a la naturaleza biológica de la mujer, sino un don de la Diosa. Y esto era así porque el individuo como tal, el yo que hoy decimos de cada uno de nosotros, aún no existía. Todo era dado desde fuera, hasta las características biológicas en sus funciones cíclicas. Así la Diosa Fortuna era quien explicaría la consecución de logros y no, la capacidad del individuo en su consecución mediante" su esfuerzo, capacidad o habilidad", estas cualidades en la antigüedad eran dadas por la divinidad. Tanto era así, que el papel del hombre en la procreación no estaba claro, pues no observaban cambios ni estados de embarazo, con lo cual se consideraba que en todo caso, solo era la voluntad de la Diosa.

Diosa Fortuna
El mundo de nuestros ancestros era un mundo muy frágil tanto para habitarlo como para mantenerlo, y todo su lugar de control están fuera de ellos. Las enfermedades que hoy hemos logrado vencer con tanta facilidad, entonces eran causa de muerte, las guerras eran mucho más frecuentes, las invasiones permanentes hacían perder fácilmente los clanes en algún momento establecidos, y la necesidad de sangre joven era una constante necesidad, y la fertilidad que garantizara la reproducción y el mantenimiento de niños y jóvenes era su leitmotiv, ya que de ello dependía la supervivencia de la civilización. Así pues, los ritos celebrados por las sacerdotisas de la luna para propiciar la fertilidad de la tierra y de las mujeres era considerado sagrado. Con ello, la voluntad de la Diosa haya a su expresión en el mundo físico.

Al entrar al servicio del templo, las muchachas eran sometidas a una ceremonia de iniciación a los misterios de al Diosa: sacrificaban su virginidad y realizaban una hierogamia, o matrimonio sagrado, que se consumaba con el sacerdote -representante del dios demiurgo de la fertilidad, amante de la Diosa- o con un extraño que visitará el templo (genes nuevos) .

Diosa Madre. 
Art. Mesopotámico
Al parecer, era bastante frecuente que las sacerdotisas practicaran la mal interpretada desde nuestros esquemas actuales, una suerte de prostitución; era un rol sagrado al servicio de la perpetuación de la especie. Buena parte se sus vidas, estaba dedicada a propiciar la fertilidad.

En realidad no sólo las sacerdotisas sino todas las mujeres debían someterse a la práctica sexual con diversos hombres o lo que es lo mismo, una poliandria lo suficientemente activa dentro de un " sentido sagrado " mayor que el individual y que garantizara la perpetuación de su civilización y por lo tanto la prosperidad.

La copulación del dios y la Diosa, o de sus representantes humanos, se creía esencial también para el nacimiento y desarrollo de las plantas y animales. La unión de la pareja divina se simulaba y multiplicaba en la tierra por medio de la real, aunque efímera, unión de los sexos humanos, para asegurar la fecundidad del suelo, de los animales, de los hombres y de las mujeres.

La princesa Nausícaa y sus doncellas 
en presencia de Atenea
La hierogamia refleja la costumbre que perduró desde el mundo antiguo hasta Roma, donde el rey debía su preeminencia al hecho de que estaba casado con una virgen Vestal. Se trataba de una herencia de la vieja tradición de la Gran Diosa de los países mesopotámicos y que tomaba otra hombre como amante para garantizar en todo caso al descendencia. La representación de la tradición impelía de forma clara a la reina a tomar un amante, que se convertiría en una especie de rey funcional para cumplir los deseos de la Diosa. Con el transcurso del tiempo, la tradición cambió debido al judaísmo y sobre todo al cristianismo con la llegada del patriarcado. Sin embargo, antes de esto, en países tales como la antigua Grecia y Roma, durante largo tiempo la propiedad privada y el linaje de solos grandes reyes fueron transmitidos de generación en generación a través de la línea sanguínea de la madre.

Camboya. Relieve de las ninfas celestiales 
en un templo del s. XII
A partir de pinturas y ornamentos en las paredes de los templos y en vasijas rituales, se deduce que el rito de la fertilidad implicaba tomar alimentos sagrados. La ingestión de pasteles de cebada o cualquier otro cereal simbolizaba la participación del cuerpo del dios , amante de la Diosa. El vino era símbolo de su sangre, que se derramaba a su muerte para fertilizar los campos. El mismo simbolismo se mantiene aún en el rito cristiano. El vino también como bebida embriagadora llamada " soma" o " la bebida de los dioses". Las sacerdotisas portaban un recipiente dividido en varios compartimentos, cada uno de los cuales contenía semillas de grano cultivado en la zona y una vela encendida en el centro. La vela era símbolo de la " llama de la vida", el poder fertilizante y la luz producida por la unión de lo femenino y masculino. El recipiente se denominaba kermos y representaba el vientre de la Gran Madre, donadora de vida; solía emplearse también para simbolizar a la propia Diosa.

Mexico. Arte Maya. 
Diosa de la fertilidad
Las sacerdotisas a través de los ritos intentaban captar "los misterios" de tal modo de que las llevara a concertar una mayor relación entre los humanos y dios. El rito era un medio, un puente que unía el plano humano, temporal y confuso, con el divino, perpetuo inmutable e intemporal. Los símbolos como la llama, las semillas de grano y los pasteles de cereales, actuaban como " lenguaje" de comunicación íntima, a modo psicosomático con la deidad. En tiempos posteriores, las brujas desarrollaron hechizos para cruzar el umbral del misterio, entró lo que es conocido y lo que aún permanece desconocido.

También en la actualidad podemos observar vestigios de esta intención de conocer lo que nos es incomprensible. Cuando hemos tenido un sueño muy vivido o relevante intentamos analizar para comprender los resquicios de nuestro ser. La búsqueda de la" llama interior”, de la sustancia o conocimiento superior o divino, no es, como podríamos sospechar, una tendencia moderna en respuesta a un mundo desencantado. Siempre ha formado parte de nuestra psique humana. De hecho, desde los tiempos primigenios , los sabios ,sabias y maestros o maestras de todos los tiempos han intentado comunicar sus experiencias de éxtasis a los demás .Y puesto que la experiencia siempre es particular , no se puede comprender a través del lenguaje común ha de utilizarse un lenguaje especial para transmitirla. Este lenguaje ha de transmitir información de lo que se conoce y de lo que aún no, del misterio, ha de condensar todo el sentido y significado esto el sentido total, por ello se utilizan los símbolos pintados o escritos.

India. Templo hinduista de Lakshmana del s.X-XI. 
Relieve con escenas eróticas
La función básica del sacerdote es la traducción y explicación de los símbolos a un lenguaje comprensible y corriente.

Lo símbolos son muy relevantes por quedar gravados en nuestra consciencia. No sólo nos transmitirán una experiencia, sino que servirán de pauta para quienes se adentren en el "camino sin camino". Es como una suerte de pistas de lo conocido por un camino que aún no conocemos pero que podemos seguir sondeando a partir de los datos conservados en el símbolo y grabados en la memoria colectiva.

Al igual que el cuento infantil de pulgarcito, en el que un joven va dejando tras de sí migas de mijo por el camino a medida que va penetrando sólo en el bosque, así el visionario deja tras de sí símbolos para el que llegue después de el.

Grecia.  Sacerdotisa quemando incienso. 
Detalle de un fresco del s.XVI a.C.
La mitología y su simbología es siempre el lenguaje de una experiencia iluminadora que cualquiera que se adentre puede comprender.

La función de las sacerdotisas difiere en gran medida de las e los sacerdotes. Mientras que él es un " traductor" de símbolos ella es una transmisora. La capacidad de la mujer de " recibir" para poder "dar", la convierte en un canal perfecto para lo divino. Por eso las mujeres, más que poseer, la transmiten, reciben y dan, al igual que en la función biológica del embarazo y el parto. Pero por supuesto que no es este describir, más que una metáfora de la actitud femenina frente al conocimiento, y no, la única función a la que ha sido relegada por los siglos de los siglos por iglesias castradoras.





 






Dra. Dª Mª Luz Sánchez Escalada
Psicoterapeuta. Doctora en Psicología.



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