Situada entre las provincias de Lugo y León, a más de mil metros de altitud, los Ancares constituye el último bastión de una cultura secular. Tanto la historia como la vida en estos valles han estado profundamente condicionadas por la extremada climatología y por su orografía atormentada.
Tierra
de leyendas y de culto al fuego, costumbres estas que evidencian el
indiscutible origen céltico de sus habitantes, quienes cada noche cubrían con
cenizas la lumbre para encontrarla
viva a la mañana siguiente, lo que permitía recuperar rápidamente la
temperatura ideal de la vivienda al tiempo que ahuyentaba los malos espíritus, se nos presenta como un universo de verdes
valles colonizados por una vegetación exuberante protagonizada por robles y
castaños que se alternan en el espacio con pastizales y tierras de labor,
armonizando así un paisaje dibujado por las vertiginosas laderas de las
montañas.