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Concilio de Troyes, 1128. Reconocimiento de la Orden del Temple por Honorio II |
Oficialmente conocidos como Orden de los
Caballeros Pobres del Templo de Salomón, fueron creados en 1118 por el noble
francés Hugues de Payens para que sirvieran de escolta caballeresca a quienes
peregrinaban a Tierra Santa. Inicialmente y durante nueve años, sólo fueron
nueve, luego la Orden se abrió y estableció como considerable factor de poder,
no sólo en Oriente Medio sino en Europa.
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Caballero Templario |
Como todos los monjes, los templarios
hacían voto de pobreza, castidad y obediencia, pero actuaban en el mundo y se
comprometían a usar la espada contra los enemigos de Cristo si hacía falta; y
la imagen de los templarios quedó indisolublemente ligada a las cruzadas que se
organizaron para expulsar a los infieles de Jerusalén y mantener esa ciudad en
manos cristianas.
Históricamente, se acepta que los
templarios tenían habilidades excepcionales en los campos de la
medicina,
la diplomacia y las artes militaren –pues eran las fuerzas de elite de su
época. Adquirieron buena parte de este conocimiento en sus viajes,
especialmente en Oriente Medio y mucha de ella venía de sus enemigos, los
sarracenos, especialmente reputados por sus conocimientos científicos. (Una de
las razones por la cual los sarracenos estaban tan adelantados es que la
Iglesia prohibía toda experimentación científica).
No hay duda de que los templarios también
buscaron conocimientos esotéricos y espirituales –aunque no hay mucha
información sobre ese aspecto de su razón de ser en los textos históricos
convencionales. Los templarios eran tan amantes del secreto, que nada se sabe
con certeza acerca de sus objetivos ocultos: ésta es materia de especulación
informada. Se los ha vinculado a todo, desde el Arca de la Alianza y el Santo
Grial hasta los Evangelios perdidos y el Sudario de Turín. Realmente nadie lo
sabe con certeza. Sin embargo, todo indica que los templarios eran en gran
parte una sociedad dentro de una sociedad: que la gran masa de los caballeros
que no pertenecían a la jerarquía eran ni más ni menos que los buenos
cristianos que se suponía que eran. Pero los caballeros fundadores y el círculo
interno de sus continuadores parecen haber perseguido objetivos muy distintos
–muy heréticos.
El Concilio de Troyes reconoció
oficialmente a los templarios como orden religiosa y militar en 1128. El primer
impulsor de esta medida fue Bernardo de Clairvaux, cabeza de la orden
cisterciense quien fue canonizado después de su muerte.
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Las Cruzadas. Caballero de la Capilla de los Templarios |
Pero, como escribe Bamber Gascoigne en Los
cristianos:
Era agresivo e insultante y era un político
ladino, completamente inescrupuloso en su elección de métodos para deshacerse
de sus enemigos. Bernardo fue quien escribió la Regla de los Templarios –basada
en la de los cistercienses– y fue uno de sus protegidos quien, al llegar a papa
con el nombre de Inocencio II, declaró en 1139 que, a partir de esa fecha, los
Caballeros sólo le responderían al papado. Templarios y cistercienses tuvieron
un desarrollo paralelo, por ejemplo, el señor Hugues de Payens, conde de
Champagne, donó las tierras de Clairvaux a Bernardo para que allí construyera
su "imperio" monástico. Y es significativo que André de Montbard, uno
de los nueve caballeros fundadores, fuese tío de Bernardo. Se ha sugerido que
templarios y cistercienses actuaban en un plan concertado para adueñarse de la
cristiandad, proyecto que fracasó.
Sería difícil exagerar el prestigio y el
poder financiero de los templarios durante el cenit de su influencia en Europa.
Prácticamente no había lugar civilizado donde no tuvieran una preceptoría –como
lo demuestran, en Inglaterra, topónimos como Temple Fortune y Temple Bar en
Londres o Temple Meads en Bristol. Pero a medida que su imperio crecía, lo
mismo ocurría con su arrogancia, lo cual comenzó a envenenar sus relaciones con
las cabezas de Estado religiosas y seculares.
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Miniatura gótica de Felipe IV, el Hermoso, de Francia |
Además de su impresionante riqueza, los
templarios tenían la reputación de ser hábiles y valientes guerreros, al punto
de la temeridad. Tenían reglas específicas que reglamentaban su actividad como
combatientes: por ejemplo, tenían prohibido rendirse si el enemigo no los
sobrepasaba en una proporción mayor de tres a uno, y aun en ese caso, se
requería la aprobación de su comandante. Eran los Servicios
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Nostradamus. Grabado del siglo XVI |
Así que en 1307 tuvo lugar la inevitable
caída en desgracia. Felipe el Hermoso, el todopoderoso rey de Francia, comenzó
a orquestar el derrocamiento de los templarios con la connivencia del Papa, a
quien lo unían lazos económicos. Los aristócratas que representaban al Rey
recibieron órdenes secretas y el viernes 13 de octubre de 1307, los templarios
fueron arrestados, torturados y quemados en la hoguera.
Ésa es al menos la versión de la historia
que presentan los textos convencionales. Uno se queda con la idea de que toda
la Orden encontró su horrible destino en ese lejano día y que los templarios
fueron efectivamente borrados de la faz de la tierra para siempre. Pero esto no
es así en absoluto.
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Suplicio de Jacques Molay |
Los relatos de las confesiones de los
templarios son, como mínimo, coloridos. Leemos que adoraban un gato o
participaban de orgías homosexuales como parte de sus deberes caballerescos, o
que veneraban a un demonio conocido como Baphomet. Se dijo que pisoteaban y
escupían un crucifijo como parte de un rito de iniciación...
Esto no es sorprendente. No son muchos
aquellos a quienes se somete a la tortura y aprietan los dientes y se niegan a
aceptar como propias las palabras que sus verdugos les quieren atribuir. Pero
en este caso, hay más en la historia que lo que se percibe a simple vista. Por
un lado, se ha sugerido que todos los cargos que se les hicieron a los
templarios fueron fraguados por aquellos que envidiaban sus riquezas y se
sentían exasperados por su poder, y que le dieron una buena excusa al Rey de
Francia para salir de sus apuros económicos apoderándose de sus bienes. Por
otro lado, aunque es posible que las acusaciones no hayan sido estrictamente
ciertas, hay evidencia de que los templarios tenían prácticas misteriosas y tal
vez "oscuras", en el sentido ocultista de la palabra...
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Juan XXIII, conocido como el antipapa |
Es cierto que el Priorato de Sion pretende
haber sido el poder detrás de la creación de los Caballeros del Temple: si fue
así, se trata de uno de los secretos mejor guardados de la historia. Sin
embargo, se afirma que ambas órdenes eran prácticamente indistinguibles hasta
el cisma de 1188, en que cada una siguió su camino. Parece, al menos, haber
alguna suerte de conspiración con respecto al nacimiento de la Orden del
Temple. El sentido común sugiere que habrían hecho falta más que nueve
caballeros para proteger y proveer refugio a todos los peregrinos que visitaban
Tierra Santa, especialmente durante nueve años, y además, no hay mucha
evidencia de que hayan llevado a cabo ningún intento serio de hacerlo...
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Retrato de un joven Boticcelli |
El Priorato continuó bajo la guarda de una
serie de Grandes Maestres que incluyó a algunos de los nombres más ilustres de
la historia: Isaac Newton, Sandro Filipepi (conocido como Botticelli), el
filósofo ocultista inglés Robert Fludd –y, por supuesto, Leonardo da Vinci,
quien, afirman, presidió el Priorato durante sus últimos nueve años de vida.
Dirigentes más recientes incluyeron a Victor Hugo, Claude Debussy –y al pintor,
escritor, dramaturgo y cineasta Jean Cocteau. Y aunque no todos llegaron a
Grandes Maestres, el Priorato, se dice, atrajo, a lo largo de los siglos, a
otras luminarias como Juana de Arco, Nostradamus (Michel de Notre Dame) y aun
el papa Juan XXIII.
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Juana de Arco |
De modo que, por un lado tenemos la
pretensión del Priorato con respecto a su propio linaje y razón de ser, por
otro lo que afaman sus detractores...
…Continuará
Dra. Dª Mª Luz Sánchez Escalada
Psicoterapeuta. Doctora en Psicología.
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